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¿SABES DÓNDE ESTÁ EL TESORO?

En esta aventura tendrás a un compañero.


Muchas veces vi la película de Peter Pan. El capitán James Garfio buscaba empecinado un tesoro y peleaba con Peter para encontrarlo. Lo que el capitán no sabía, era que Campanita es quién sabía exactamente dónde estaba éste.


He pensado mucho en el tesoro que todos los jóvenes buscamos y lo que luchamos por lograr obtenerlo. Dejamos todo lo que sea necesario por salir a encontrar eso que tanto anhelamos, y que imaginamos, es la solución a nuestra vida.


Para serles sinceros, mucho tiempo caminé sin rumbo. Parece increíble o descabellado pero es mi realidad. Desde niña fui criada bajo la instrucción de la palabra de Dios y eso me permitió vivir una vida bajo unos principios claros que me acercaban mucho a Dios, pero en realidad yo desconocía que el tesoro lo tenía más cerca de lo que imaginaba.


“Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).


Sí, yo era como James Garfio. Peleaba por encontrar mi futuro perfecto, es decir, por encontrar mi tesoro pensando que era consiguiendo mucho dinero, viajando, comprando mucha ropa, entre otras. Dirás: ¿Así eras de vana? Pues sí, lo era. Porque el mundo produce que lo seas, aunque creas que no influye en ti.


Tus amigas compran ropa en lugares específicos, que involuntariamente te llevan a comprar allí. Las redes sociales te indican a donde ir a comer. Las personalidades públicas te convencen de adquirir algunos artículos influyendo en ti.


Eso me pasó a mí, hasta que un día deje de pelear con Peter Pan, y me fije en Campanita, ella era quien tenía la solución para que yo por fin tuviera el mapa que me llevaría al tesoro. Googleando encontré esto en internet: “Campanita le indica las coordenadas a Peter Pan para encontrar un tesoro: caminar 90 paso hacia el oeste, después caminar 55 pasos hacia el noroeste con una dirección de 120°, luego caminar al este 30 pasos, y por último, 40 pasos con una dirección de 20° al sureste”.


Fíjate que hay una ruta, una dirección que seguir para encontrar lo que tanto anhelamos. Es por esto que en estas líneas quiero dibujarte un mapa que yo encontré y que me permitió hallar el tesoro del mundo.


La primera parada debe ser en la palabra de Dios. Allí está la ruta más fácil y clara para el hombre que desee encontrar la vida. La segunda estación es: Jesucristo. ¿Por qué? “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).


Cuando entiendes que Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, comprendes y te es revelado, que Jesucristo es Dios manifestado en carne.


La tercera estación es el arrepentimiento y la conversión, puesto que cuando un hombre identifica su camino y hacia donde lo dirige, hace un alto y “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55.7; Lucas 13. 1-5).


En esta parada del mapa tu vida toma otro rumbo y te conviertes a Dios.

La cuarta estación del recorrido, es clave: tendrás que sumergirte en el rio de la vida, puesto que pasaras de la muerte a la vida a través del bautismo en agua en el Nombre de Jesucristo. “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).


¡Espera! Acá no acaba todo; cuando encuentras el tesoro, podrás ir sacando todas las joyas, las monedas de oro, los más lindos diamantes y esmeraldas. Estos son en la Palabra: la santidad, el perdón, el amor, el servicio a Dios, el Espíritu Santo, la predicación del Evangelio, entre otros regalos que Jesús te da.


Así que no mires más a Peter Pan, mira a Campanita, que es la palabra de Dios. Ahí encontrarás sin problema el mapa del tesoro. "El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo” (Mateo 13:44).

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