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¿JESÚS O TÚ?

No necesitas ser el protagonista.



Abraham, Moisés, Noé, José, David, Samuel, Elías, Isaías, Esther, Rut, Pablo y Pedro no fueron los protagonistas de las historias que hoy encontramos en las Sagradas Escrituras. Ellos ni siquiera imaginaron que estarían allí y que hoy los tendríamos como referentes de entrega, servicio, obediencia, humildad y valentía.


Ellos tenían su mirada en Jehová. Abraham confió en la voz de Dios. Moisés no dudò luego de encontrarse con el Señor en guiar al pueblo. Noé solo obedeció. José no fue capaz de faltar a su Dios. David se enfrentó a un gigante en el Nombre de Jehová de los Ejércitos. Samuel dedicó su vida a la obra de Dios. Elías fue arrebato en un carro de fuego.


Isaías dijo: “Heme aquí, envíame a mí”. Esther no le importó perecer. Rut reconoció la grandeza del Dios de Noemí. Pablo no dejó de anunciar las virtudes de Jesús y Pedro fue valiente en predicar el Nombre de Jesús.

El protagonista de sus historias fue Dios, no estaba su mirada en ellos mismos sino en el galardonador.


“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”

(Filipenses 3:8)


Jesús es el protagonista de esta historia porque fue Él quien murió en la cruz para darnos salvación. Él es el perfecto y mejor guionista del mundo.


¿Por qué no dejar que sea Dios quien protagonice tu historia?


No es Jesús una religión, es la verdad. La vida sin Él es vacía, escueta y sin rumbo eterno, porque podremos construir muchas fortalezas en este mundo, pero qué estás edificando para tu eternidad. “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” (Hebreos 11:39-40)


Este galardón será entregado a quienes no les importó ser protagonistas sino seguidores de Cristo.

“Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9: 28)

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