ECO
- Maira Alejadra Manosalva Rodriguez
- 3 ago 2021
- 2 Min. de lectura
Tu oportunidad.
Cuando pensamos en nuestra familia y en el esfuerzo hecho por nuestros padres creemos que la retribución más grande es el dinero, las comodidades, los viajes y las cosas tangibles que pueden verse, pero resulta que cuando Jesús se hizo hombre nos mostró una cara distinta del eco y agradecimiento por algo que hemos recibido.
Lo digo porque cuando Cristo hizo su primer milagro lo ejecutó por obediencia a su madre, más no por su poder. Él nos habló con actos más que con grandes elementos de valor humano. ¿Habían pensado en eso?
Sé que no somos Dios, estamos lejos de serlo, pero resulta que en este camino nuestro mayor eco es el de Jesús. Él busca la manera de hacerte entender que en la obediencia, en el respeto, en el amor, en la humildad de cada acto lograrás retribuirle a tu familia tanto sacrificio.
Tal vez no tengas los recursos suficientes para atender a las necesidades de tu hogar, pero puedes doblar tus rodillas cada noche y clamar a un Dios real que conoce cada detalle, y que además puede ayudarles.
Tal vez no encuentras cómo enseñarles a tus hijos, pero puedes leer la palabra de Dios y conocer a detalle las instrucciones dadas para cimentar una familia en la roca eterna.
Tal vez tu dinero sí alcanza, pero tu tiempo no te da chance, ¿Qué tal si cada mañana antes de iniciar tus labores haces un planeador con Dios? Él podría ayudarte con el tiempo, ellos te necesitan.
Tal vez estás viviendo el sueño de tu familia y no el tuyo, ¡ojo! Resulta que Jesús obedeció a su madre, pero ejecutó su proyecto de vida: morir y resucitar para darnos salvación.
Todos podemos ser eco en nuestra familia desde las acciones intangibles, guiadas por Dios. Jesús no es desequilibrado, todo de sus manos marcha a la perfección, solo déjate impactar por Él y vive a plenitud para su gloria.
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